Para mí, actuar no es interpretar, es ser quien quiera ser… igual que en la vida. Ese es el regalo que me da esta profesión: la libertad absoluta de habitar todas las versiones posibles de mí misma.
No me interesa encajar en etiquetas ni repetir patrones. Vengo de experiencias que me han construido, sí, pero no me definen. Prefiero despojarme de máscaras, cuestionar creencias heredadas y abrirme a lo nuevo.
En escena y frente a la cámara busco esa misma autenticidad: jugar, desnudar capas, transitar la vulnerabilidad y la fuerza, la sensualidad y el humor, para invitar al público a mirarse también sin disfraces.
Porque si algo tengo claro es que mi trabajo, igual que mi vida, se trata de eso: de crear, transformarme y recordarme que siempre puedo elegir quién quiero ser.